En respuesta, el presidente Trump amenazó con imponer aranceles de hasta el 100 %, y en algunos casos del 157 %, sobre las importaciones chinas, una medida que él mismo calificó como “insostenible” pero “necesaria” porque Pekín lo “obligó”. Como movimiento estratégico para reducir la dependencia de China, Estados Unidos firmó un acuerdo de 8.500 millones de dólares con Australia para el suministro y procesamiento de minerales críticos. A pesar de la retórica hostil, la diplomacia no se ha detenido.

El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, mantuvieron conversaciones “francas y constructivas”, y se acordó celebrar una nueva ronda de negociaciones. Además, se espera que Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, se reúnan a finales de mes en Corea del Sur, en el marco de la cumbre de APEC, para buscar una salida a la crisis.