El presidente Donald Trump ha asumido un papel protagónico en la mediación de un acuerdo de paz para Gaza, que culminó con una firma simbólica en Egipto y la liberación de rehenes israelíes. Trump ha proclamado el fin de la guerra, describiendo el pacto como un "amanecer histórico" para Oriente Medio, aunque persisten dudas sobre su implementación y sostenibilidad. El 13 de octubre, en una cumbre en Sharm el Sheij, Trump, junto a los líderes de Egipto, Turquía y Catar, firmó el acuerdo que pone fin a más de dos años de conflicto. El pacto facilitó la liberación de los últimos 20 rehenes israelíes vivos y la entrega de cuerpos de fallecidos, a cambio de la liberación de prisioneros palestinos.
Con un tono triunfalista, Trump declaró: "La guerra ha terminado.
Nunca antes había visto tanta felicidad".
Además, en un discurso posterior ante el Parlamento israelí, la Knéset, calificó el momento como el "amanecer histórico de un nuevo Oriente Próximo" y aseguró que se evitaría una "Tercera Guerra Mundial". El plan de paz, según la Casa Blanca, incluye el desarme de Hamás y el establecimiento de una nueva autoridad en Gaza. Sin embargo, analistas y algunas facciones palestinas señalan la fragilidad del acuerdo, criticando su vaguedad en temas clave como la gobernanza futura del enclave y la falta de garantías a largo plazo.
En un movimiento controvertido durante su visita, Trump solicitó públicamente al presidente de Israel, Isaac Herzog, que indulte al primer ministro Benjamín Netanyahu, quien enfrenta un juicio por corrupción.
En resumenDonald Trump se ha posicionado como el artífice de un importante logro diplomático en Gaza, logrando un alto el fuego y la liberación de rehenes. Sin embargo, la viabilidad a largo plazo del ambicioso plan de paz y su implementación enfrentan significativos desafíos y escepticismo.