El presidente Donald Trump se posicionó como el artífice de un histórico acuerdo de paz para la Franja de Gaza, que culminó con una ceremonia de firma en Sharm el Sheij, Egipto, junto a los líderes de Egipto, Turquía y Catar. Tras el pacto, que pone fin a dos años de conflicto entre Israel y Hamás, Trump proclamó enfáticamente que “la guerra ha terminado”. El acuerdo, resultado de intensas negociaciones mediadas por Estados Unidos, establece un cese al fuego, la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás y la excarcelación de prisioneros palestinos. Trump celebró el logro con grandilocuencia, calificándolo como el “amanecer histórico de un nuevo Oriente Próximo” y asegurando que había evitado una “Tercera Guerra Mundial”.
Durante su posterior visita a Israel, fue recibido con una ovación en la Knéset (Parlamento israelí), donde reiteró su mensaje de triunfo y prometió ayuda para la reconstrucción de Gaza. La primera fase del plan se materializó con la liberación de los 20 rehenes que seguían con vida. A pesar del éxito diplomático celebrado por la Casa Blanca, analistas internacionales han señalado la fragilidad del acuerdo, apuntando a que temas fundamentales como el futuro gobierno de Gaza y el desarme de Hamás no han sido resueltos.
Además, la administración Trump ha emitido fuertes advertencias a Hamás, amenazando con una intervención militar directa si el grupo reanuda los ataques contra civiles.
En un gesto controvertido durante su discurso en Israel, Trump también solicitó públicamente al presidente Isaac Herzog que indulte al primer ministro Benjamín Netanyahu, quien enfrenta un juicio por corrupción.
En resumenDonald Trump medió un acuerdo de paz que puso fin a dos años de guerra en Gaza, logrando un cese al fuego y un intercambio de rehenes por prisioneros. A pesar de que Trump declaró el fin del conflicto y lo celebró como un logro histórico, persisten dudas sobre la sostenibilidad de la paz debido a cuestiones políticas de fondo no resueltas en la región.