El mandatario estadounidense minimizó las acusaciones contra Netanyahu, que incluyen fraude, soborno y abuso de confianza, relacionadas con la recepción de regalos costosos como puros y champaña.

“¿A quién le importan unos cigarrillos y champán?”, bromeó Trump ante los aplausos de la cámara.

Calificó a Netanyahu como “un buen hombre” y “uno de los mejores líderes en tiempos de guerra”, reconociendo que su petición no estaba en el guion pero que le parecía “lógica y justa”, aunque admitió que generaría controversia. La solicitud de Trump no surge en el vacío.

Coincide con declaraciones previas del propio presidente Herzog, quien a finales de septiembre había manifestado en una entrevista radial que estaría dispuesto a considerar un eventual indulto si se lo solicitaban formalmente. Netanyahu, quien ha calificado los procesos en su contra como una “persecución política”, es el primer jefe de gobierno en la historia de Israel en ser juzgado mientras ejerce el cargo. El gesto de Trump refuerza su estrecha alianza con el primer ministro israelí y se interpreta como una intervención directa en la política interna de uno de sus principales socios en Medio Oriente.