UU., Catar, Egipto y Turquía, marcando un hito diplomático en Medio Oriente.
La proclamación de Donald Trump de que “la guerra ha terminado” representa la culminación de una intensa ofensiva diplomática liderada por su administración. El acuerdo, formalizado en una cumbre en Sharm el-Sheij, Egipto, establece un cese total de hostilidades, la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás y de prisioneros palestinos, así como el repliegue de las tropas israelíes a una línea acordada. Este pacto fue el resultado de complejas negociaciones en las que participaron como mediadores clave Catar, Egipto y Turquía, consolidando el papel de Trump como un actor central en la región. Tras la firma, el presidente estadounidense realizó una gira que incluyó una visita a Israel, donde fue recibido por el primer ministro Benjamín Netanyahu y pronunció un discurso ante la Knéset, el parlamento israelí. Allí, calificó el momento como el “amanecer histórico de un nuevo Oriente Próximo” y prometió que su país colaboraría en la reconstrucción de Gaza. La Casa Blanca presentó el acuerdo como un logro sin precedentes y el octavo conflicto que Trump asegura haber resuelto durante su mandato.
A pesar del optimismo, persisten dudas sobre la implementación del plan, especialmente en lo referente al desarme de Hamás y la futura gobernanza de Gaza, aspectos que no fueron completamente definidos en esta primera fase.
Aun así, el anuncio fue recibido con reconocimiento por líderes como Joe Biden y Kamala Harris, quienes destacaron el esfuerzo conjunto para lograr la liberación de los rehenes.












