Este enfrentamiento diplomático evidencia un distanciamiento creciente entre los dos históricos aliados.

El conflicto se intensificó cuando Petro afirmó tener “indicios” de que una lancha bombardeada por EE.

UU. en el Caribe era colombiana y llevaba ciudadanos de ese país.

La Casa Blanca calificó la declaración de “infundada y reprochable” y exigió una retractación pública. Lejos de retractarse, Petro respondió pidiendo a Washington que revelara la identidad de los fallecidos para verificar su información. Posteriormente, una investigación de The New York Times, citando a dos funcionarios estadounidenses, confirmó que sí había colombianos a bordo de al menos una de las embarcaciones destruidas.

Las tensiones también se han manifestado en otros frentes.

El gobierno de Trump le revocó la visa a Petro tras su participación en una manifestación propalestina en Nueva York. Además, Petro ha acusado a Trump de impulsar una “guerra étnica” con sus políticas migratorias, comparando el trato a los latinoamericanos con la persecución de los judíos por parte de Hitler. En el contexto del acuerdo de paz en Gaza, Petro acusó a Trump de vetar su asistencia a la firma, aunque luego reconoció el papel de EE. UU. en la mediación.