Si bien las conversaciones buscan reducir las tensiones, Trump se ha mostrado reacio a ofrecer concesiones significativas.

En el caso de Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva sostuvo una conversación telefónica de 30 minutos en un «tono amistoso» con Trump, en la que solicitó la eliminación de un gravamen adicional del 40 % sobre productos brasileños y el cese de medidas restrictivas contra funcionarios de su país. Este acercamiento se produce tras meses de confrontación y en un contexto donde el interés de Washington por las «tierras raras» de Brasil podría ser un factor geopolítico clave.

Por otro lado, la relación con Canadá también está marcada por la disputa arancelaria.

El primer ministro canadiense, Mark Carney, se reunió con Trump en la Casa Blanca para discutir los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio. Durante el encuentro, se planteó la posibilidad de reactivar el proyecto del oleoducto Keystone XL como una posible moneda de cambio para Canadá.

A pesar del tono cordial, Trump afirmó que, aunque está dispuesto a negociar, no cederá en aspectos que «perjudiquen la economía de su país». Además, no descartó la posibilidad de un acuerdo bilateral que reemplace al T-MEC (el acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá). En ambos casos, la administración Trump ha dejado claro que, si bien el diálogo está abierto, su prioridad sigue siendo la protección de la industria estadounidense, lo que limita las posibilidades de una eliminación completa de los aranceles a corto plazo.