La posibilidad fue planteada por el propio presidente a periodistas a bordo del Air Force One, mientras se dirigía a su viaje por Oriente Medio.

Trump reveló que ha discutido la solicitud de misiles directamente con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en dos llamadas telefónicas durante el fin de semana.

«[A Ucrania] le gustaría tener Tomahawk.

Hablamos de eso, y ya veremos», afirmó Trump, sugiriendo que la decisión aún no estaba tomada.

Sin embargo, utilizó la posibilidad como una amenaza directa a Moscú, añadiendo: «Para ser sincero, quizás tenga que hablar con Rusia sobre los Tomahawk.

¿Quieren tener misiles Tomahawk dirigiéndose hacia ellos?

No lo creo».

El presidente reconoció que el envío de estas armas, cuyo alcance de 1.500 metros podría fácilmente poner a Moscú en el punto de mira de Ucrania, supondría una escalada significativa del conflicto. La solicitud de misiles Tomahawk ha sido una petición de larga data por parte de Zelenski a Estados Unidos. La consideración de Trump de acceder a esta petición marca un posible endurecimiento en la estrategia de Washington, utilizando la amenaza de una mayor capacidad ofensiva ucraniana como una herramienta de negociación para forzar a Rusia a detener la invasión.