Como consecuencia, miles de empleados federales han sido enviados a casa sin sueldo.

La Casa Blanca escaló la situación al anunciar el inicio de «reducciones de personal» (RIF, por sus siglas en inglés). Russell Vought, director de la Oficina de Gestión y Presupuesto, confirmó que «ya comenzó la reducción de la fuerza». El presidente Trump añadió un componente político a la medida, afirmando que los despidos se concentrarían en trabajadores demócratas, afectando especialmente al Departamento del Tesoro y al Departamento de Salud. Además de los despidos, el cierre ha generado un caos significativo en los servicios federales. La Administración Federal de Aviación (FAA) advirtió sobre la escasez de personal en las torres de control aéreo, lo que ha provocado retrasos masivos y cierres temporales en aeropuertos clave como O'Hare en Chicago, Nashville, Houston y Newark. El sindicato de controladores aéreos ha negado una acción coordinada, pero atribuye las ausencias al estrés y la incertidumbre económica de trabajar sin paga. La crisis presupuestaria continúa sin una solución a la vista, mientras los líderes de ambos partidos se acusan mutuamente del estancamiento.