Esta decisión se enmarca en una estrategia de máxima presión que incluye un despliegue militar en el Caribe y el rechazo a una oferta secreta de Caracas. Según una investigación de The New York Times, altos funcionarios del régimen venezolano propusieron en secreto al gobierno de Trump otorgar a empresas estadounidenses una participación dominante en los recursos petroleros y minerales del país. La oferta incluía revertir exportaciones de crudo desde China hacia Estados Unidos y reducir los vínculos energéticos con Rusia e Irán, a cambio del levantamiento de las sanciones económicas. Sin embargo, Washington rechazó la propuesta, ya que la prioridad de Trump era lograr la salida de Maduro del poder, una condición que el líder chavista no estaba dispuesto a aceptar.

Tras el fracaso de esta vía, el presidente Trump ordenó a su enviado especial, Richard Grenell, detener todos los esfuerzos diplomáticos. La decisión de romper el diálogo coincide con una escalada de la presión militar. Estados Unidos ha desplegado buques de guerra en el Caribe y ha calificado a Maduro de líder de un «cártel narcoterrorista», ofreciendo una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura. Analistas consultados por la AFP consideran que existe una probabilidad del 50 % de que la administración Trump emprenda una acción militar directa, argumentando que se enfrenta a un «conflicto armado con los cárteles del narcotráfico». Evan Ellis, investigador del Colegio de Guerra del Ejército estadounidense, afirmó: «Mi impresión es que al presidente Trump se le acabó la paciencia con Maduro».