Su posterior viaje a Israel busca consolidar este logro diplomático, que su administración califica como histórico.
El acuerdo, anunciado por Trump el miércoles tras semanas de negociaciones mediadas por su administración, representa una significativa victoria diplomática.
La primera fase del plan incluye la liberación de 20 rehenes vivos y los cuerpos de 28 fallecidos, a cambio de cerca de 2.000 presos palestinos, así como la retirada parcial de las tropas israelíes de Gaza y la apertura de canales humanitarios. En un gesto contundente, Trump declaró la guerra como finalizada desde el Air Force One: «La guerra ha terminado. La guerra ha terminado, ¿lo entienden?».
Para supervisar la implementación del pacto, el presidente viajó a Tel Aviv, donde fue recibido por el primer ministro Benjamín Netanyahu.
La delegación estadounidense incluyó a su hija, Ivanka Trump, y a su yerno, Jared Kushner.
La agenda de Trump en Israel contempla reuniones con familiares de los rehenes liberados y un discurso ante el Parlamento israelí (Knéset), convirtiéndose en el cuarto presidente estadounidense en hacerlo. Posteriormente, tiene previsto asistir a una Cumbre de Paz en Sharm el Sheij, Egipto, con la participación de más de veinte países, incluidos mediadores como Catar y Turquía. A pesar del optimismo de la Casa Blanca, que lo presenta como el inicio de una «paz duradera», analistas advierten sobre los considerables obstáculos del plan, como la ausencia de detalles sobre el desarme completo de Hamás y la instauración de una nueva autoridad en Gaza, lo que podría dificultar su ejecución a largo plazo.












