La medida fue justificada por la Casa Blanca por razones de “seguridad nacional”.

En un mensaje en su plataforma Truth Social, Trump formalizó la nueva tarifa, que forma parte de su “ofensiva proteccionista” para apoyar a fabricantes estadounidenses como Peterbilt, Kenworth y Freightliner.

Esta decisión amplía la guerra comercial que ya incluye aranceles masivos sobre productos como el acero, el aluminio y los automóviles. El nuevo gravamen afectará principalmente a México, que es el principal proveedor de camiones medianos y pesados a Estados Unidos, representando el 80% de las importaciones en estas categorías.

Las exportaciones mexicanas de estos vehículos se han triplicado desde 2019, sumando unas 340.000 unidades anuales.

El gobierno mexicano y la Cámara de Comercio de Estados Unidos han expresado su oposición, argumentando que la medida perjudica a países aliados y que el 50% del contenido de los camiones fabricados en México es de origen estadounidense, por lo que deberían estar exentos bajo el acuerdo comercial T-MEC (USMCA). La medida también podría impactar a empresas como el grupo sueco Volvo, que está construyendo una planta de 700 millones de dólares en Monterrey, y a Stellantis, que fabrica modelos Ram en México. Aunque Colombia no es un gran exportador de estos vehículos, podría verse afectada indirectamente por el encarecimiento de los costos logísticos en la región.