Durante la llamada, Lula solicitó a Trump “la eliminación de los aranceles a los productos brasileños y las medidas restrictivas contra autoridades brasileñas”. Esto hace referencia a un arancel del 50% impuesto en agosto sobre una parte importante de las exportaciones brasileñas, una medida vista como una represalia por el proceso judicial contra el expresidente Jair Bolsonaro, aliado de Trump.

Además, Washington impuso sanciones a funcionarios brasileños, incluido un juez de la Corte Suprema. El acercamiento también responde al interés de Estados Unidos en las tierras raras que posee Brasil, recursos minerales cruciales para la industria tecnológica y de defensa, especialmente en un contexto de guerra comercial con China, el principal proveedor mundial. Según la presidencia brasileña, los líderes intercambiaron números de teléfono para establecer una “vía de comunicación directa” y acordaron reunirse personalmente “en breve”, posiblemente durante la cumbre de la ASEAN en Malasia. Este diálogo marca un punto de inflexión después de la crisis diplomática y comercial que caracterizó los primeros meses del nuevo mandato de Trump.