Desde septiembre, fuerzas militares estadounidenses han destruido al menos cuatro lanchas en aguas internacionales, con el presidente Donald Trump celebrando el éxito de las operaciones al punto de afirmar irónicamente que “no quedan más botes en esa zona del Caribe”. En respuesta, Venezuela solicitó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. La situación escaló diplomáticamente cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, denunció que una de las embarcaciones bombardeadas era colombiana y transportaba a sus connacionales, una afirmación que The New York Times confirmó citando a funcionarios estadounidenses. La Casa Blanca, sin embargo, exigió a Petro una retractación pública.
En paralelo, The New York Times reveló que la administración Trump suspendió los esfuerzos diplomáticos liderados por el enviado especial Richard Grenell, tras rechazar una oferta secreta de Maduro que incluía concesiones petroleras a empresas estadounidenses a cambio de un alivio de las sanciones. La Casa Blanca ha notificado al Congreso que Estados Unidos se encuentra en un “conflicto armado con los cárteles del narcotráfico”, un argumento que podría ser usado para justificar futuras acciones militares sin una declaración de guerra formal, lo que ha generado preocupación sobre una posible operación de mayor escala.












