Según el extenso reportaje, altos funcionarios del régimen venezolano propusieron un acuerdo que incluía otorgar contratos preferenciales a empresas estadounidenses en proyectos de petróleo y oro, revertir las exportaciones de crudo desde China hacia Estados Unidos y recortar significativamente los lazos energéticos con aliados como Rusia e Irán.
Estas conversaciones, lideradas por el enviado especial estadounidense Richard Grenell, avanzaron en el plano económico pero se estancaron en el político, ya que Maduro se negó a discutir su salida del poder. La oferta se produjo en un contexto de máxima tensión, mientras la administración Trump acumulaba buques de guerra en el Caribe y calificaba al gobierno venezolano como un “cartel narcoterrorista”. A pesar de los acercamientos, la línea dura dentro de la Casa Blanca, impulsada por el secretario de Estado Marco Rubio, prevaleció. Finalmente, el presidente Trump ordenó detener todos los esfuerzos diplomáticos, frustrado por la negativa de Maduro a ceder el poder, y mantuvo su política de máxima presión, cerrando así una vía de negociación que habría significado una ruptura histórica con el legado nacionalista de Hugo Chávez.












