La parálisis, que se extendió por casi una semana, dejó a miles de empleados federales sin sueldo y afectó diversas agencias y servicios, incluyendo el control del tráfico aéreo, lo que provocó retrasos masivos en aeropuertos de todo el país. El punto central del estancamiento fue la disputa entre republicanos y demócratas sobre la financiación de los subsidios del programa de salud Obamacare. Los demócratas se negaron a apoyar cualquier proyecto de ley de reapertura que no garantizara la continuidad de dichos subsidios, mientras que los republicanos, acusando al programa de beneficiar a inmigrantes indocumentados, se opusieron a su extensión. El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, responsabilizó a los republicanos por crear una “crisis de salud”. Por su parte, el presidente Donald Trump calificó el cierre como una “oportunidad de oro” para evaluar el cierre de agencias federales demócratas y utilizó la situación para justificar recortes presupuestarios, como la cancelación de 4,9 mil millones de dólares en ayuda extranjera. La interrupción de asignaciones presupuestarias también generó incertidumbre sobre la aplicación de las leyes migratorias, aunque la Embajada de Estados Unidos en Colombia aclaró que no habría cambios durante el cierre. La falta de personal en la Administración Federal de Aviación (FAA) llevó al cierre temporal de torres de control y a una operación con personal incompleto en aeropuertos clave como O'Hare en Chicago, afectando a miles de vuelos.