Esta ruptura diplomática coincide con un significativo despliegue naval estadounidense en la región, que Venezuela denuncia como una “amenaza” y un preludio para un “cambio de régimen”. Analistas en Washington advierten que la probabilidad de una acción militar directa ha aumentado considerablemente, con un experto estimando la posibilidad en un 50 %, afirmando que “al presidente Trump se le acabó la paciencia con Maduro”. En respuesta, el gobierno venezolano ha minimizado la suspensión de contactos, declarando que el país “no depende del beneplácito de Washington”, mientras realiza ejercicios militares y prepara a la población para una posible “agresión armada”.