Según las fuentes, Trump comunicó la instrucción durante una reunión con líderes militares, reflejando su frustración por la negativa de Maduro a renunciar al poder voluntariamente. La administración estadounidense había preparado varios planes de escalada militar que podrían incluir operaciones para sacar a Maduro del poder. El secretario de Estado, Marco Rubio, insistió en que el líder venezolano es un “fugitivo de la justicia estadounidense” y “un gobernante ilegítimo”. En paralelo, el gobierno de EE. UU. elevó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro. Un funcionario de la Casa Blanca aseguró que Trump estaba dispuesto a usar “todos los elementos del poder estadounidense” y que no habría más negociaciones.
La suspensión de la diplomacia coincidió con una creciente tensión en el Caribe, donde Washington desplegó una importante fuerza naval y ejecutó ataques contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico. Expertos consultados por The New York Times advirtieron que una expansión militar hacia territorio venezolano podría derivar en un enfrentamiento de gran escala, contradiciendo las promesas de Trump de evitar guerras extensas.
Por su parte, el gobierno venezolano denunció estas acciones como una amenaza y movilizó a sus fuerzas armadas y milicias civiles en preparación para una posible agresión.












