Hegseth anunció diez nuevas directivas que marcan un giro radical.
Entre ellas, se establece que todos los requisitos físicos para los combatientes se ajustarán al “más alto estándar masculino”, eliminando adaptaciones por género.
Criticó la presencia de “soldados, generales y almirantes gordos”, afirmando que “dan mala imagen” y ordenó exámenes físicos dos veces al año para todo el personal, sin importar el rango.
Además, se impusieron nuevos estándares de aseo que prohíben “barbas, el cabello largo y las expresiones superficiales e individuales”. El secretario de Guerra fue enfático al declarar el fin de las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), así como de las iniciativas relacionadas con el cambio climático, calificándolas de “basura ideológica woke”. Trump respaldó esta visión, comprometiéndose a un gasto de un billón de dólares en las fuerzas armadas para 2026 y advirtiendo que despediría a los militares que no fueran “verdaderos guerreros”. El presidente también utilizó el encuentro para justificar el despliegue de tropas en ciudades estadounidenses, afirmando que el país enfrenta una “invasión desde dentro” y que estas ciudades servirían como “campo de entrenamiento” para los militares.












