Mientras el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, acusaba a los republicanos de provocar una “crisis de salud”, el líder de la mayoría republicana, John Thune, instaba a la oposición a “liberar al rehén” y reabrir el gobierno antes de discutir cualquier tema sanitario. En medio del estancamiento, el presidente Donald Trump se mostró abierto a una negociación, declarando: “Me gustaría ver un acuerdo sobre el cuidado de la salud; Obamacare ha sido un desastre, como saben”.

En una rueda de prensa, añadió: “Aguanten, pueden pasar cosas buenas”.

Sin embargo, Trump también calificó el cierre como una “oportunidad sin precedentes” para evaluar qué “agencias demócratas” podría recortar de forma temporal o permanente. La parálisis afectó a más de 750.000 empleados federales, que fueron suspendidos o trabajaron sin sueldo, y provocó el cierre de servicios no esenciales, parques nacionales y museos, generando una pérdida económica estimada en 400 millones de dólares diarios.