Esta iniciativa, anunciada junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, busca redefinir el futuro del enclave palestino bajo una estricta supervisión internacional liderada por el propio Trump.
El plan, calificado por Trump como un “momento histórico”, fue presentado en la Casa Blanca y establece una hoja de ruta detallada para poner fin a casi dos años de conflicto. Entre sus puntos clave se encuentran un alto al fuego inmediato, la liberación de todos los rehenes en un plazo de 72 horas, el desarme progresivo de Hamás y la retirada gradual de las fuerzas israelíes. A cambio de la liberación de rehenes, Israel excarcelaría a más de 1.900 prisioneros palestinos. La propuesta también contempla la creación de un gobierno de transición en Gaza, compuesto por tecnócratas y supervisado por una “Junta de Paz” presidida por Trump y con la participación del ex primer ministro británico Tony Blair, excluyendo a Hamás de cualquier rol futuro. La contundencia de la propuesta se vio reforzada por el ultimátum de Trump a Hamás, con un plazo hasta el domingo 5 de octubre a las 18:00 (hora de Washington) para aceptar el acuerdo. En caso de rechazo, el mandatario advirtió que se desataría un “infierno como nunca se ha visto”, con apoyo total de Estados Unidos a Israel para intensificar sus acciones militares. La respuesta de Hamás fue mixta; si bien expresó su disposición a negociar y aceptó parcialmente puntos como la liberación de rehenes, solicitó más tiempo para consultas internas y la negociación de otros elementos, como el desarme. La comunidad internacional reaccionó con una mezcla de esperanza y escepticismo, con países europeos y árabes mostrando su respaldo a la iniciativa, mientras que líderes como el presidente colombiano Gustavo Petro la criticaron por no priorizar el ingreso de ayuda humanitaria.












