Esta advertencia introduce una fuerte tensión política en la organización del evento deportivo más importante del mundo.

En declaraciones desde la Casa Blanca, Trump apuntó directamente a ciudades como Seattle y San Francisco, que tienen asignados seis partidos cada una. El presidente justificó su postura argumentando que estas y otras sedes están dirigidas por "lunáticos de la izquierda radical" y que no permitirá que los partidos se jueguen en lugares que representen un riesgo para el evento. “Si creemos que alguna ciudad puede ser siquiera un poco peligrosa para el Mundial, dado que se juega en tantas sedes, no lo permitiremos.

Trasladaremos los partidos a otras ciudades”, afirmó Trump.

Aunque la decisión final sobre las sedes recae exclusivamente en la FIFA, la estrecha relación de Trump con su presidente, Gianni Infantino, le otorga una considerable influencia política. La amenaza de Trump también se extendió a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, lo que indica una estrategia más amplia de utilizar grandes eventos como herramienta de presión contra sus oponentes políticos internos. La posible reubicación de 12 partidos tendría un impacto económico devastador para las ciudades afectadas, que esperan ingresos millonarios por turismo y actividad comercial.