Durante el encuentro, Trump y Hegseth expusieron una doctrina militar que rompe con las políticas de diversidad e inclusión de administraciones anteriores. Hegseth anunció directivas para restaurar el "más alto estándar masculino" en el combate, eliminando políticas de DEI que calificó como "basura ideológica". Criticó la existencia de "generales y almirantes gordos", ordenando exámenes físicos bianuales para todo el personal sin importar el rango, y anunció el fin de la tolerancia a "barbas, el cabello largo y las expresiones superficiales e individuales".
Trump respaldó esta visión, advirtiendo a los generales que "si no son verdaderos guerreros", los despedirá.
Además, justificó el despliegue de tropas dentro de ciudades estadounidenses como San Francisco y Chicago, calificándolas de "peligrosas" y afirmando que el país enfrenta una "invasión desde dentro".
El presidente también se refirió a las amenazas externas, mencionando específicamente a Venezuela por el narcotráfico.
Hegseth fue aún más directo, instando a los comandantes a "prepararse para la guerra".
Esta reunión, convocada con poca antelación, ha generado preocupación en el Pentágono y el Congreso por su secretismo y el tono beligerante, así como por las purgas de altos oficiales que ha llevado a cabo Hegseth desde que asumió el cargo.












