El cierre se originó por un impasse político entre el partido Republicano del presidente Donald Trump y la oposición demócrata. El núcleo del desacuerdo gira en torno a la financiación de la atención médica, específicamente los subsidios para la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (Obamacare), que los demócratas exigen prorrogar. Los republicanos propusieron una ley de financiación a corto plazo para mantener el gobierno en funcionamiento hasta noviembre, pero fue bloqueada por los demócratas. La Casa Blanca, liderada por Trump, culpó a los demócratas, y el propio presidente amenazó con acciones irreversibles como despidos masivos.

Afirmó: “Podemos hacer cosas durante el cierre que son irreversibles, que son malas para ellos (…) como despedir a una gran cantidad de personas, o cortar cosas que a ellos les gustan”.

Los líderes demócratas Chuck Schumer y Hakeem Jeffries respondieron acusando a Trump y a los republicanos de provocar la crisis. Las consecuencias económicas son graves; la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) estima que 750.000 empleados federales podrían ser suspendidos, con una pérdida de ingresos de 400 millones de dólares diarios. Cada semana de cierre podría reducir el crecimiento del PIB en 0,2 puntos porcentuales.

La parálisis afecta a servicios no esenciales como parques nacionales y museos, mientras que los trabajadores de servicios esenciales, como los controladores aéreos, continúan sus labores sin recibir sueldo hasta que se restablezca la financiación. La Embajada de EE. UU. en Colombia indicó que los servicios de visas continuarían “según lo permita la situación”, evidenciando la incertidumbre generalizada.