La política comercial de Donald Trump, caracterizada por la imposición de aranceles unilaterales, sigue siendo una fuente de tensión e incertidumbre para la economía global. Organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y empresas multinacionales han advertido sobre el impacto negativo de estas medidas, que amenazan con frenar el crecimiento y aumentar los costos a nivel mundial. En su más reciente informe, la OCDE advirtió que la economía global enfrentará una desaceleración a partir de 2026, en gran parte debido a las barreras comerciales impuestas por Estados Unidos.
El arancel efectivo general de EE.
UU. ha alcanzado un estimado del 19,5 %, la tasa más alta desde 1933.
Esta política no solo afecta las relaciones con China, sino también con aliados tradicionales.
Durante su discurso en la ONU, Trump amenazó con imponer “una serie de aranceles muy fuertes” a Rusia si no llega a un acuerdo para finalizar la guerra en Ucrania, e instó a las naciones europeas a unirse a estas medidas. La estrategia arancelaria también ha tenido un impacto directo en las empresas.
Por ejemplo, la compañía de logística FedEx anticipó que la guerra comercial de Trump tendrá un impacto negativo en sus cuentas anuales de 1.000 millones de dólares, de los cuales 300 millones se destinarán al pago de aranceles. A pesar de estas advertencias, la administración Trump mantiene los aranceles como una herramienta central de su política exterior y económica.
En resumenLa estrategia de aranceles de Trump, utilizada como herramienta de presión en conflictos como el de Ucrania y en su guerra comercial general, es vista por analistas y organismos internacionales como un riesgo significativo para la economía global. A pesar de las advertencias sobre la desaceleración del crecimiento y el aumento de costos, la administración estadounidense mantiene esta política como un pilar de su enfoque nacionalista.