La relación entre Estados Unidos y Venezuela ha alcanzado un nuevo punto de máxima tensión, marcado por las amenazas del presidente Donald Trump de imponer consecuencias "incalculables" si Caracas no acepta a migrantes deportados, y un intento de diálogo del presidente Nicolás Maduro a través de una carta. Este cruce de acciones se da en un contexto de operaciones militares estadounidenses en el Caribe y acusaciones de narcoterrorismo. Trump exigió a través de su red social Truth Social que Venezuela acepte "inmediatamente a todos los presos y a las personas de instituciones mentales" que han ingresado a Estados Unidos, advirtiendo que, de lo contrario, "el precio que pagarán será incalculable". Esta postura contrasta con una carta enviada por Maduro el 6 de septiembre, en la que niega tener vínculos con el narcotráfico, califica las acusaciones de "fake news" y propone abrir un canal de diálogo a través del enviado especial estadounidense, Richard Grenell. En la misiva, Maduro expresó: "Presidente, espero que juntos podamos vencer las falsedades que han mancillado nuestra relación, que debe ser pacífica".
La respuesta de Trump sobre si había recibido la carta fue ambigua: “Bueno, no lo quiero decir, pero ya veremos qué pasa con Venezuela”. La situación se enmarca en una creciente presión de Washington, que acusa a Maduro de liderar un "narcoestado".
Por su parte, el gobierno venezolano ha denunciado las acciones estadounidenses como una "guerra no declarada" y ha comenzado a entrenar a civiles, preparándose para un hipotético ataque.
En resumenEl enfrentamiento diplomático entre EE. UU. y Venezuela se ha intensificado, combinando la dura retórica de Trump sobre las deportaciones con una cautelosa oferta de diálogo de Maduro. En medio de la presencia militar estadounidense en el Caribe, la relación sigue siendo altamente volátil, con amenazas de graves consecuencias por parte de Washington y acusaciones de agresión por parte de Caracas.