Trump y Starmer anunciaron un histórico programa de inversión transatlántica de 250.000 millones de libras, que incluye una inyección de 150.000 millones de libras desde Estados Unidos hacia el Reino Unido. Además, firmaron un memorando de entendimiento para colaborar en áreas de vanguardia como la inteligencia artificial, la computación cuántica y el desarrollo de energía nuclear avanzada. Esta “Atlantic Partnership for Advanced Nuclear Energy” busca acelerar los procesos regulatorios para la construcción de reactores en ambos países. Sin embargo, la visita se desarrolló en un clima de tensión social.

Miles de manifestantes salieron a las calles de Londres y Windsor para expresar su rechazo al mandatario estadounidense, con pancartas que decían “No al racismo, no a Trump”.

La policía desplegó a unos 1.600 agentes para gestionar la seguridad.

La controversia también se hizo presente cuando un grupo de activistas proyectó una imagen que vinculaba a Trump con el delincuente sexual Jeffrey Epstein sobre una torre del Castillo de Windsor, lo que resultó en varios arrestos. A pesar de las protestas, la agenda oficial se mantuvo a puerta cerrada, enfocada en fortalecer los lazos bilaterales en un mundo post-Brexit y con nuevos desafíos geopolíticos.