Trump declaró: “Basta de traer extranjeros a ocupar nuestros empleos”.

La medida generó una reacción inmediata y negativa del sector tecnológico, que depende históricamente de este visado para atraer talento global y ha advertido sobre una posible “fuga de talento hacia Europa o Asia”. Expertos legales también cuestionaron la legalidad de la proclamación. Aaron Reichlin-Melnick, del Consejo Americano de Inmigración, la calificó como “casi con certeza ilegal”, argumentando que el Congreso solo autoriza tarifas para cubrir costos de procesamiento, no para limitar el uso de una visa. Simultáneamente, Trump introdujo la “Tarjeta Dorada Trump”, una ‘golden visa’ que otorgaría residencia a extranjeros que realicen una contribución de un millón de dólares. Además, se anunció la “Tarjeta Platino Trump” por cinco millones de dólares, que ofrece beneficios fiscales. Esta dualidad en la política migratoria ha sido interpretada como un esfuerzo por redefinir el perfil del inmigrante deseado por la administración: menos enfocado en las habilidades profesionales y más en la capacidad de inversión económica.