La administración Trump ha ejecutado una notoria escalada de presión militar y diplomática contra el gobierno de Venezuela, justificada como una ofensiva contra el narcotráfico en el mar Caribe. Esta estrategia ha incluido el despliegue de avanzados activos bélicos y ataques directos a embarcaciones, elevando las tensiones regionales a un nivel crítico y provocando acusaciones de una “guerra no declarada” por parte de Caracas. Bajo la orden directa del presidente Trump, el Comando Sur de Estados Unidos ha llevado a cabo múltiples “ataques cinéticos letales” contra lanchas sospechosas en aguas internacionales, resultando en la muerte de al menos 17 personas, calificadas por el mandatario como “narcoterroristas”. Trump anunció estas operaciones a través de su red social Truth Social, a menudo acompañadas de videos de las explosiones y advertencias directas como: “¡Atención!
Si transporta drogas que pueden matar a estadounidenses, ¡te vamos a cazar!”.
El despliegue militar se ha reforzado con el envío de cazas F-35B a Puerto Rico, considerados de los más avanzados del arsenal estadounidense, lo que subraya la seriedad de la operación. El gobierno de Nicolás Maduro ha rechazado categóricamente la narrativa de Washington, insistiendo en que la lucha antinarcóticos es un pretexto para forzar un “cambio de régimen”. La fiscalía venezolana ha calificado los ataques como “crímenes de lesa humanidad” y ha solicitado una investigación de la ONU, mientras que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, ha denunciado una “guerra no declarada”. Organizaciones como Human Rights Watch han intervenido, calificando los bombardeos como “ejecuciones extrajudiciales” y advirtiendo que la lucha contra las drogas no puede ser una excusa para violar los derechos humanos.
La situación ha generado una profunda inestabilidad en la región, con Venezuela realizando sus propias maniobras militares en respuesta y acusando a Estados Unidos de asediar su soberanía.
En resumenLa estrategia de máxima presión de la administración Trump en el Caribe, materializada en ataques letales y un despliegue militar sin precedentes, ha intensificado el conflicto con Venezuela. Mientras Washington defiende sus acciones como una guerra necesaria contra el narcotráfico, Caracas y observadores internacionales denuncian una peligrosa escalada que amenaza la paz regional y viola normativas internacionales.