El presidente Donald Trump realizó su segunda visita oficial al Reino Unido, un evento diplomático de alto nivel que combinó la pompa de la realeza británica con importantes acuerdos económicos y tecnológicos. A pesar de las protestas masivas en Londres y Windsor, la visita culminó con el anuncio de un histórico programa de inversión transatlántica y un memorando de cooperación estratégica. Durante su estancia de dos días, Trump fue recibido por el rey Carlos III en el Castillo de Windsor con una procesión en carruaje y banquetes de estado. Paralelamente, miles de manifestantes con pancartas como “No al racismo, no a Trump” se congregaron en las calles, y la policía realizó varios arrestos, incluyendo a activistas que proyectaron una imagen de Trump con Jeffrey Epstein sobre una torre del castillo.
En el plano diplomático, el encuentro con el primer ministro Keir Starmer fue el punto central.
Ambos líderes anunciaron un paquete de inversión de 250.000 millones de libras, de los cuales 150.000 millones provendrán de Estados Unidos hacia el Reino Unido. Además, firmaron un memorando de entendimiento para la cooperación en áreas clave como la inteligencia artificial, la computación cuántica y el desarrollo de energía nuclear. A pesar de los logros económicos, la visita se desarrolló bajo un tenso telón de fondo por diferencias persistentes sobre la guerra en Ucrania e Israel.
Todos los actos oficiales del presidente y su esposa fueron programados a puerta cerrada para evitar las multitudes que protestaban.
En resumenLa visita de Donald Trump al Reino Unido estuvo marcada por un doble escenario: el protocolo real y los acuerdos económicos por un lado, y las fuertes protestas ciudadanas por otro. El resultado principal fue la consolidación de la alianza bilateral con un paquete de inversión de 250.000 millones de libras y un pacto de cooperación tecnológica, reafirmando la “relación especial” entre ambas naciones.