El suceso ha sido utilizado por la Casa Blanca para lanzar una ofensiva contra grupos liberales, con el vicepresidente J.D. Vance y otros altos funcionarios amplificando el mensaje presidencial.
Este enfoque ha intensificado la ya profunda división política en el país, con partidarios de Trump viendo a Kirk como un mártir de su causa, mientras que los críticos señalan la propia retórica divisiva del activista como un factor contribuyente al clima de hostilidad.












