Según Trump, esta acción rompería el “fuerte control, e incluso dominio” que Pekín ejerce sobre Rusia.

La estrategia vincula directamente la competencia económica con China y el conflicto en Ucrania, utilizando herramientas comerciales como un arma de presión geopolítica. Esta política refleja la visión de Trump de que las alianzas deben implicar una carga compartida y que la presión económica sobre los adversarios y sus socios es la forma más efectiva de lograr los objetivos de seguridad de Estados Unidos.