Esta declaración ha sido interpretada como una amenaza directa al sistema judicial y a la soberanía brasileña.

Por su parte, el Ejecutivo de Lula da Silva reaccionó afirmando que “no se dejará intimidar por las amenazas de Washington”, lo que ha escalado la tensión diplomática entre las dos mayores potencias del continente americano. La defensa de Bolsonaro por parte de Trump se enmarca en su apoyo a líderes de derecha en la región, considerando al expresidente brasileño un importante aliado político.