La amenaza de nuevas sanciones se suma a las presiones ejercidas por Estados Unidos y la Unión Europea, que también han advertido a Moscú sobre las consecuencias de su agresión. La postura de la administración Trump sugiere una continuación de la política de presión económica como principal herramienta para disuadir a Rusia, en un conflicto que parece lejos de resolverse por la vía diplomática.