Productos emblemáticos como el café, las flores, el banano y el aguacate se verían directamente beneficiados, fortaleciendo su competitividad en el mercado estadounidense.

No obstante, la exención no es automática.

La Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia) ha aclarado que la reducción arancelaria dependerá de la capacidad de Colombia para negociar acuerdos que satisfagan los intereses de Estados Unidos. Estos compromisos adicionales abarcan áreas sensibles como la cooperación regulatoria, la trazabilidad de minerales estratégicos como el oro y el níquel, la seguridad y el control de ilícitos. En esencia, la medida establece una “reciprocidad condicionada”, donde el acceso preferencial al mercado se convierte en una moneda de cambio para obtener concesiones políticas y regulatorias. Este marco plantea interrogantes sobre la autonomía de Colombia en sus decisiones estratégicas, ya que la noción de “alineamiento” implica una relación asimétrica en la que el país exportador debe adaptarse a las prioridades de Washington. Aunque el Ministerio de Comercio colombiano ve la medida como una reafirmación de que Colombia es un “socio confiable y estratégico”, la negociación de estos compromisos será clave para determinar el beneficio real para el país.