El presidente Trump se refirió al despliegue como una “posición estratégica”. Sin embargo, el gobierno venezolano ha interpretado la maniobra como una provocación y una amenaza directa a su soberanía.

Nicolás Maduro denunció la presencia de “ocho barcos con 1.200 misiles” apuntando hacia su país y advirtió que si Venezuela fuera agredida, “pasaría inmediatamente al período de lucha armada”. En respuesta, anunció la movilización de milicias y el despliegue de 15.000 militares en la frontera con Colombia. Analistas internacionales consideran que, si bien la operación tiene un componente antinarcóticos, su escala sugiere una “diplomacia de buque de guerra” destinada a ejercer máxima presión sobre el régimen de Maduro.