En total, se han movilizado más de 4.500 efectivos, incluyendo 2.200 infantes de marina.

La Casa Blanca ha afirmado que utilizará “los medios militares necesarios” para combatir el crimen transnacional y ha reiterado que considera al gobierno de Maduro un “cartel del narcotráfico”.

En paralelo, Estados Unidos ha iniciado ejercicios militares con operaciones anfibias en Puerto Rico.

La respuesta de Caracas ha sido contundente. Nicolás Maduro calificó el despliegue como una “amenaza extravagante, injustificable e inmoral”, comparable con la crisis de los misiles de 1962, y aseguró que su país enfrenta “la más grande amenaza militar en 100 años en el continente”. En respuesta, ordenó la movilización de milicias, el despliegue de 15.000 soldados en la frontera con Colombia y el patrullaje de sus aguas con buques y drones, declarando al país en “máxima preparación para la defensa”.

Maduro advirtió que si Venezuela es agredida, pasaría a una “lucha armada”.

Además, acusó directamente al secretario de Estado, Marco Rubio, de ser “el señor de la guerra” y de intentar “manchar las manos de Donald Trump con sangre venezolana”.