La flota incluye múltiples buques de guerra, como los destructores USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, el crucero lanzamisiles USS Lake Erie, y un submarino de ataque de propulsión nuclear, el USS Newport News. Además, se han movilizado buques anfibios como el USS Iwo Jima, que transportan a más de 4.000 efectivos, entre ellos unos 2.000 infantes de marina.
El objetivo declarado por Washington es combatir el narcotráfico, apuntando específicamente al denominado “Cartel de los Soles”, una organización que, según Estados Unidos, es liderada por altos funcionarios del gobierno venezolano, incluido el propio Nicolás Maduro.
En este contexto, la Casa Blanca aumentó la recompensa por información que lleve a la captura de Maduro a 50 millones de dólares. La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que el régimen de Maduro “no es legítimo, es un cartel narcoterrorista”.
El gobierno venezolano ha respondido calificando la acción como una “amenaza estrafalaria” y una violación a su soberanía.
Nicolás Maduro ordenó la movilización de 4.5 millones de milicianos y anunció el despliegue de buques y drones de la Armada para patrullar sus aguas territoriales. Su ministro de Defensa, Vladimir Padrino, argumentó que el 90 % de la droga sale por el Pacífico, cuestionando la lógica del operativo en el Caribe. La tensión ha polarizado a la región, y mientras algunos analistas, como el exembajador Jimmy Story, consideran que la flota no es suficiente para una invasión, otros advierten que la movida altera el equilibrio militar y podría escalar el conflicto.












