mediante el despliegue de más de 2.000 miembros de la Guardia Nacional y la asunción de la gestión de infraestructuras clave. La Casa Blanca justifica la operación por motivos de seguridad, pero los críticos la consideran una movida política y una militarización de la capital. El presidente Trump ordenó el despliegue de la Guardia Nacional para reforzar la seguridad y combatir lo que él describe como un aumento de la delincuencia en la capital. Esta operación ha resultado en 719 arrestos y la incautación de 91 armas ilegales. Recientemente, se autorizó a las tropas a portar armas de fuego, lo que ha sido calificado como una “militarización” de la ciudad. Además del despliegue militar, la administración Trump ha asumido el control de Union Station, un importante centro de transporte, que antes era gestionado por Amtrak. Trump ha sugerido que podría extender operaciones similares a otras ciudades de mayoría demócrata como Chicago y Baltimore, lo que ha provocado una fuerte oposición de líderes locales.

El gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, calificó el plan como inconstitucional y acusó a Trump de actuar como “un dictador”. Mientras la administración enmarca estas acciones como necesarias para mantener la ley y el orden, sus opositores las ven como una extralimitación de poder con fines políticos.