La respuesta del gobierno federal fue inmediata.

El presidente Donald Trump, tras ser informado, ordenó que las banderas en todos los edificios públicos ondearan a media asta hasta el 31 de agosto en honor a las víctimas. Además, se comunicó por teléfono con el gobernador de Minnesota, Tim Walz, y publicó un mensaje en su red social Truth Social pidiendo oraciones por los afectados.

El alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, lamentó la tragedia, declarando que “estos niños estaban literalmente rezando”. El incidente, siendo el tiroteo escolar número 44 del año, reavivó el debate sobre el control de armas en un contexto de profunda división política.