A pesar de su firmeza, reconoció las posibles dificultades para su implementación, admitiendo: “no sé si estemos preparados para ello en este país”. Sin embargo, añadió que, en su opinión, “no tenemos otra opción” para reducir la criminalidad en la ciudad. Esta propuesta forma parte de un plan más amplio de la administración para combatir lo que describe como una grave ola de delincuencia en Washington D.C. Paradójicamente, hace apenas unos días, el propio Trump había calificado a la capital como una “ciudad segura” gracias al despliegue de la Guardia Nacional y la Policía Federal (FBI). Respecto al resto del país, el mandatario señaló que los demás estados “tendrán que tomar su propia decisión” sobre la aplicación de la pena máxima. La propuesta ha reavivado el debate sobre la pena capital en una jurisdicción que la eliminó hace mucho tiempo, en un contexto de creciente polarización sobre las políticas de justicia penal en Estados Unidos.