En respuesta, el gobierno venezolano ha calificado el despliegue como una amenaza a su soberanía.

Nicolás Maduro ordenó la movilización de 4,5 millones de milicianos y declaró que "ningún imperio va a venir a tocar suelo sagrado de Venezuela". Por su parte, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, anunció operativos de patrullaje con buques y drones en aguas territoriales. La comunidad internacional observa con preocupación, mientras analistas debaten si se trata de una genuina operación antinarcóticos, una táctica de máxima presión para forzar un cambio de régimen o el preludio de una intervención militar directa.