Aunque recientemente se han logrado acuerdos para mitigar el conflicto, la estrategia arancelaria sigue impactando las relaciones bilaterales y la economía global. Estados Unidos y la Unión Europea confirmaron un acuerdo para fijar un arancel general del 15 % a las exportaciones europeas, una reducción significativa desde el 27,5 % que se aplicaba a los automóviles.

Sin embargo, esta rebaja está condicionada a que la UE facilite la importación de productos estadounidenses, especialmente agrícolas.

El acuerdo, aunque no es legalmente vinculante, busca evitar una guerra comercial total, después de que Trump amenazara con aranceles del 30 % sobre todas las producciones europeas. Por otro lado, Canadá anunció la eliminación de miles de millones de dólares en aranceles de represalia contra productos estadounidenses que cumplen con el T-MEC, en un gesto para aliviar las tensiones. No obstante, el gobierno canadiense mantendrá los aranceles sobre el acero, el aluminio y los automóviles mientras continúan las negociaciones con la administración Trump.

Estas disputas comerciales han obligado a empresas de ambos lados del Atlántico a ajustar sus cadenas de suministro y, en algunos casos, a suspender envíos, como ocurrió con el servicio postal de Francia y otros países europeos hacia Estados Unidos debido a la falta de claridad en las nuevas normas aduaneras. La política de Trump ha llevado a gigantes del retail a subir precios y buscar nuevos países de importación para evitar los costos adicionales.