Este pacto surge tras intensas negociaciones y la amenaza de la administración Trump de imponer aranceles de hasta el 30 % si no se llegaba a un consenso. El acuerdo, detallado en una declaración conjunta, materializa el entendimiento alcanzado entre el presidente Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Uno de los puntos más destacados es la reducción del arancel a los automóviles europeos del 27,5 % al 15 %, medida que se aplicará retroactivamente desde el 1 de agosto.

Sin embargo, Washington condicionó esta rebaja a que la UE facilite la importación de productos estadounidenses, eliminando aranceles sobre bienes industriales y reduciendo barreras para productos agrícolas y alimentos. El comisario de Comercio de la UE, Maros Sefcovic, calificó el acuerdo como una “buena noticia para la industria automotriz”, destacando que la alternativa era una “guerra comercial con aranceles extremadamente altos y una escalada política” que no beneficiaría a nadie. A pesar del alivio, el pacto no está exento de concesiones significativas por parte de Europa.

La UE se comprometió a comprar 750.000 millones de dólares en energía estadounidense y a invertir otros 600.000 millones de dólares en EE.

UU. en los próximos años.

Productos sensibles como el vino y las bebidas destiladas europeas quedaron fuera de la lista de aranceles reducidos, aunque las negociaciones continuarán.