Uno de los puntos más significativos es la reducción del arancel a los automóviles europeos del 27,5% al nuevo tope del 15%.

A cambio, la UE se compromete a facilitar la importación de productos estadounidenses, eliminando barreras a bienes industriales y ciertos alimentos. El comisario de Comercio de la UE, Maros Sefcovic, celebró la medida, declarando: "Quiero dejar claro que la alternativa, una guerra comercial con aranceles extremadamente altos y una escalada política, no beneficia a nadie".

El acuerdo también incluye compromisos no vinculantes por parte de Europa para comprar 750.000 millones de dólares en energía estadounidense y realizar inversiones por 600.000 millones de dólares en Estados Unidos.

Aunque la declaración no es jurídicamente vinculante, establece una hoja de ruta para la relación comercial, aliviando a sectores como el automotriz, que habían sufrido grandes pérdidas. Sin embargo, productos como el vino y las bebidas destiladas quedaron fuera del acuerdo por el momento, y los aranceles sobre el acero y el aluminio se mantendrán bajo un sistema de cuotas.