El pacto, aunque no es jurídicamente vinculante, reduce significativamente las tasas para sectores clave como el automotriz, pero impone a la UE nuevos compromisos de compra e inversión en EE.
UU.
Tras las negociaciones entre el presidente Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se publicó una declaración conjunta detallando el acuerdo. El punto central es la reducción del arancel a los automóviles importados de la UE del 27,5 % al 15 %, con carácter retroactivo desde el 1 de agosto. Esta rebaja está condicionada a que la UE facilite la importación de productos estadounidenses, eliminando aranceles a bienes industriales y barreras a ciertos alimentos. El comisario de Comercio de la UE, Maros Sefcovic, calificó el acuerdo como “buenas noticias para la industria automotriz”. Sin embargo, el pacto también incluye compromisos significativos por parte de Europa: la UE garantiza la compra de 750.000 millones de dólares en energía estadounidense (gas natural licuado, petróleo y combustible nuclear) y se compromete a invertir otros 600.000 millones de dólares en EE.
UU. en los próximos años.
Sefcovic defendió el acuerdo argumentando que la alternativa era “una guerra comercial con aranceles extremadamente altos y una escalada política” que no beneficiaría a nadie. A pesar del alivio, la industria automotriz europea enfrenta un arancel que sigue siendo elevado en comparación con el 2,5 % previo a la presidencia de Trump.