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Trump ataca los museos Smithsonian por su enfoque en la historia

El presidente Donald Trump ha iniciado una nueva batalla en la guerra cultural al criticar duramente a la red de museos del Smithsonian, acusándola de promover una agenda “woke” y de centrarse de manera desproporcionada en los aspectos negativos de la historia de Estados Unidos. Esta ofensiva verbal viene acompañada de la amenaza de una investigación formal sobre las actividades de la prestigiosa institución. En varias declaraciones, Trump ha arremetido contra el Smithsonian por, según él, insistir demasiado en “lo mala que fue la esclavitud” y la opresión, mientras descuida los logros y el futuro de la nación. El presidente considera que los museos públicos están presentando una visión parcial y excesivamente crítica de la historia estadounidense. Como consecuencia, anunció que solicitará a su equipo legal que revise las actividades del Smithsonian, una medida similar a las que ha adoptado contra universidades y centros de educación superior para combatir lo que él considera políticas excesivamente progresistas. El politólogo Daniel Chang Contreras, citado en uno de los artículos, reconoce que en algunas exhibiciones “sí hay un sesgo”, lo que podría justificar una reforma “prudente y consensuada” para evitar la parcialidad. Sin embargo, la crítica de Trump se enmarca en un contexto más amplio de polarización política, donde la interpretación de la historia nacional se ha convertido en un campo de batalla ideológico. La intención del presidente de intervenir en el contenido de los museos más importantes del país, de cara a la celebración de los 250 años de Estados Unidos, ha sido vista como un intento de imponer una narrativa histórica más favorable a su visión política.

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ai briefingEn resumen
La ofensiva de Donald Trump contra el Smithsonian representa un nuevo frente en las guerras culturales, donde el presidente busca influir en la narrativa histórica que se presenta en las instituciones culturales más importantes del país. Su acusación de que los museos son “woke” y su amenaza de investigación subrayan la creciente politización de la historia y la cultura en Estados Unidos.

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