Estos encuentros han generado tanto optimismo por la posibilidad de un cese al fuego como preocupación por las concesiones que se estarían exigiendo a Kiev.
La primera reunión clave tuvo lugar en Anchorage, Alaska, donde Trump y Putin dialogaron por casi tres horas.
Aunque no se alcanzó un acuerdo concreto, ambos mandatarios calificaron el encuentro como “productivo” y acordaron seguir explorando vías de diálogo, con Putin sugiriendo un futuro encuentro en Moscú.
Posteriormente, Trump recibió en la Casa Blanca al presidente Zelenski, en una reunión a la que se sumaron líderes europeos clave como Emmanuel Macron, Friedrich Merz y Keir Starmer, así como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.
Durante este encuentro, Trump prometió a Ucrania “garantías de seguridad” coordinadas por Estados Unidos pero provistas por las naciones europeas, descartando el despliegue de tropas estadounidenses.
Sin embargo, también presionó a Kiev para que renuncie a la recuperación de Crimea y a su aspiración de unirse a la OTAN, condiciones fundamentales para Moscú. Zelenski, por su parte, calificó la reunión como un “paso significativo hacia el fin de la guerra” y afirmó que se está trabajando en un paquete de seguridad que podría incluir 90.000 millones de dólares en armamento estadounidense.