El despliegue naval incluye los destructores USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, acompañados de aproximadamente 4.000 infantes de marina y marineros, un submarino nuclear, aviones de reconocimiento P8 Poseidon y otras plataformas de inteligencia. La justificación de Washington es contrarrestar las amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos provenientes de cárteles latinoamericanos, a los que considera organizaciones terroristas. La operación apunta directamente al llamado “Cartel de los Soles”, una red que, según el gobierno estadounidense, es administrada por Nicolás Maduro. Esta acción militar se complementa con una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a la captura de Maduro, a quien EE.
UU. no reconoce como presidente legítimo.
En respuesta, Maduro ha calificado la movilización como una provocación “estrafalaria” y anunció el despliegue de 4.5 millones de milicianos, así como la conformación de defensas campesinas para enfrentar lo que considera una amenaza a la soberanía venezolana.
El congresista republicano Carlos Giménez instó a Maduro a abandonar el país, declarando: “Nicolás, bufón, lárgate a Cuba antes que sea demasiado tarde”.
Este pulso de fuerzas ha convertido nuevamente al Caribe en un escenario de alta tensión geopolítica.