Durante la cumbre de Alaska, el presidente Vladímir Putin planteó una propuesta concreta para poner fin a la guerra: que Ucrania ceda la totalidad de las regiones de Donetsk y Luhansk a cambio de un cese de hostilidades en otras zonas ocupadas. Esta demanda territorial es una de las condiciones fundamentales de Moscú para avanzar en cualquier negociación de paz. Según versiones filtradas y reportadas por medios como el Financial Times, Putin habría comunicado a Trump que Rusia está dispuesta a congelar la mayoría de los combates en los frentes de Jersón y Zaporiyia si se cumplen sus exigencias. La propuesta implica que Ucrania entregue el control total de la región del Donbás, donde Rusia ya ocupa cerca del 75 % de Donetsk. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, rechazó de plano esta oferta, calificándola de inaceptable.
Argumentó que Moscú ya ocupa una quinta parte del país y que no se puede negociar bajo "la presión de las armas". Además de las demandas territoriales, Putin también exige el reconocimiento formal de la soberanía rusa sobre Crimea, la eliminación de sanciones, una prohibición para que Ucrania se una a la OTAN y derechos para el idioma ruso dentro de Ucrania. La postura de Zelenski es respaldada por sus aliados europeos, quienes insisten en que las fronteras internacionales no deben modificarse por la fuerza y que cualquier decisión sobre cesiones territoriales debe ser tomada exclusivamente por Ucrania.
En resumenRusia ha propuesto un acuerdo de "paz por territorios", demandando el control total del Donbás a cambio de congelar otras líneas del frente. La propuesta ha sido firmemente rechazada por Ucrania y sus aliados europeos, quienes se oponen a cualquier concesión territorial forzada.